Con la carne sobre el hueso por bandera,
nuestra patria verdadera
está en los hechos del sentirse más acá,
que sólo en contadas ocasiones
coinciden con los otros,
llamados verdaderos por deslealtad.
Pulpa de sueños, la casa emocional
vierte sus desechos en las vigilias,
que a su vez desembocan
en el horizonte onírico
donde el alma se despliega
y el tiempo se deshace.