Aquí nadie aplaude al sepulturero de vivos
ni a los que encerrados fuera por oficio
de golpe son ungidos zelotes
de una infección uniformada.
Aquí nadie, perdida sin excusa la razón,
de su ración de impotencia escapa
en aras del pestífero reinicio
que el mandato invisible ha coronado.
Aquí nadie, enfundados todos en lo infundado,
cuestiona sin peligro la seguridad
de que temores son tumores
que con rumores crían.