Despertares de fuego,
fatuo tras la noche llena
de vasos vacíos.
Vine al mundo con ojos blaos
hasta que el cielo, envidioso,
me los tiznó.
Malo es tener que madrugar
porque así lo manda el reloj,
pero es peor salir de siesta
y encontrar el cielo en fuego.
¡Yo te maldigo, sol de verano!,
que fotón a fotón impartes
la furia con que consumas
tu invasión extraterrestre.
No paso instante en tu luz
sin que al río le pregunte
por el fondo donde ahogar
tu vida en mí, nada más.
Mucho es lo que me gusta
y más, por nada asirme;
no ir a más sino ser más
al calor que menos ladre.