Devórame sin prisa, lasciva,
muéleme con tus besos insaciables,
saca de mí en tus fauces
la sanguinaria papilla
que devolverá su fuerza
a los dioses olvidados
cuando renazcan entre las ascuas
de los últimos bosques,
de cuyas copas ya gimen,
colgados por la visión,
los héroes perdidos
de la posibilidad.
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