25.10.16

A LA BREVEDAD DE LA VIDA, soneto de Antonio de Solís y Rivadeneyra

A Valen, un hombre como un pueblo que hoy nos turba en la tierra donde el cauce de su reino se ha perdido

El curso de los años repetido
gasta la edad con natural violencia;
y el tardo amanecer de la prudencia
conoce el tiempo cuando lo ha perdido.

La mitad fue del sueño y del olvido;
la otra mitad, o error o negligencia;
mas, ¡oh vivir!, dificultosa ciencia,
¿quién en toda una vida te ha sabido?

Duran los días, ¿pero quién percibe
su duración, si es menos inconstante
la intrepidez de nuestra fantasía?

¿O qué importa el durar, si sólo vive
el que sabe acertar aquel instante,
principio y siempre del eterno día?

3 comentarios:

  1. Varias personas cuya opinión es influyente para mí me han comentado en privado que mi dicción está muy por debajo en calidad de la hermosura y concinidad del poema. No puedo negar que la razón está toda de su parte. Como atenuante, espero que se comprenda la circunstancia luctuosa en que me grabé, quizá objetivamente la menos adecuada para recitar, aunque sí la más tentadora para hacer creer lo contrario.

    Podría reemplazar la toma de sonido por otra de mejor fluidez y entonación; podría, sin duda, traicionar el momento telúrico con un arreglo posterior si yo tuviera el resultado por baremo único. No es el caso. A veces, cuando el error viene de la esencia, querer borrarlo es errar contra ella.

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  2. Soledad Sonora28/10/16 10:43

    A mí tu prosodia no me parece fallida, creo que transmite el duelo con contención, si eso era lo pretendido.

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    1. Gracias por tu observación, Soledad. Más que ser pretendido, el efecto ha sido ineludible.

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