27.5.14

A DESTIEMPO

Tu miedo nunca me asusta, 
me asusta tu indiferencia
que no se cura con tiempo
ni se acaba con la muerte.

¿De qué servirán mis horas,
las horas que tú me niegas,
si no tengo más que tiempo
y he de perder cuanto tengo?

De sólo mirarte me embriago
y después, solo otra vez,
me embriago para olvidar
la ceguera en que me dejaste.

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