Si bien nunca fuiste de gloria
ni por paz te quise atajar,
confieso, ante nadie,
que te amé
completamente desnuda
en tu armadura de verdad...
Noche nuestra que abres la tierra,
santificada sea tu oscuridad;
venga tu caos a este mundo,
hágase tu transgresión
así en la carne como en el alma.
Danos no pan, sino cerebros;
bendice nuestras guerras
así como nosotros
bendecimos tu lucha eterna.
Caeremos siempre en la tentación,
mas líbranos de la moral,
AMÉN.
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