Sólo cuando el ser capaz de nada
y el no ser capaz de nada más
le hagan obsequio de redondez al acto
por su propia mano se arrancará la vida,
demasiado atesorada en edad, quizá,
para coincidir con el retrato invisible
de un hombre que perdió su especie
mientras alambicaba, para sí,
todas las miradas.
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