¿Dónde volveré yo, que nunca he salido de mis expulsiones?
¿Dónde pondré reposo a la aventura de un conocimiento
vedado a las adherencias imposibles de mi curiosidad?
Ningún lugar me ha tendido la seda de sus abrazos;
ningún paisaje tentado con el señuelo de la ciudadanía.
Nada ni nadie viene conmigo:
soy sombra de cal y arena cansada
que alumbra cauces yermos
entre las generaciones trilladas
por un bostezo que no cabe en el tiempo…
ni halla razón creíble en su repetición.
Quizá no en vano haya sido menester
que todo me enseñara a desasirme
antes de que supiese aprender.
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